Marshal es mi chico favorito. Quiero a todos mis perros, pero él es muy especial para mí por muchas razones: la primera es que este Labrador Retriever me ha dado la oportunidad de disfrutar de aquella conexión especial que a veces existe entre un ser humano y un perro. Y no es la primera vez que yo tengo ese tipo de vínculo con un perro.
Me acuerdo de Rix (Corlands Piscis), mi Rix. Tras su muerte algo se rompió en mi interior y por más que continuaba exponiendo a nuestros otros labradores y ganando en los rings con ellos, nada fue igual para mí, hasta que llegó Marshal, un pequeño travieso al que es imposible no querer. Él me ha contagiado su alegría y ganas de disfrutar cada instante de la vida. Me ha devuelto ese tipo de conexión del que te hablaba al principio y lo más importante: Marshal solo tiene ojitos para mí.
Su debut en exposiciones no pasó desapercibido: Mejor cachorro de Raza, Mejor de su Grupo y Mejor cachorro de todas las razas (BIS). Creo que, unido a su buen carácter y a su indiscutible belleza, la conexión que existe entre nosotros dos es un punto a favor que nos hace quedar bien guapos en las exposiciones caninas.
Disfruto de Marshal, mi perro Labrador, en todas partes: paseando, jugando, en las exposiciones caninas… Su carácter me cautiva todos los días y... ¡Cómo gozo presentándolo en eventos caninos! Con su corta edad me ha dado ya muchísimas alegrías y diversión, aunque mi niño ya no es tan niño pues recientemente ha sido padre de dos magníficos cachorros amarillos, Helvet Can Admiral y Helvet Can General (¡nombres a la altura de su padre!). Estos dos bebés son el vivo retrato de su progenitor y espero que las personas que los vayan a cuidar y tengan la suerte de compartir su vida con ellos tengan la misma afinidad que tengo yo con Marshal.